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Cristiano es reincidente


Cristiano, felicitado por sus compañeros tras anotar de falta al Atlético. | Reuters
Cristiano, felicitado por sus compañeros tras anotar de falta al Atlético. | Reuters

De Atlético a Atlético enfocó al fin una falta, mejor una salvajada que superó la barrera y fue cayendo en barrena sobre el palo derecho de Courtois, violentamente, como los kamikazes se empotraban contra el agua en el 'Tiro al pichón' de Las Marianas. Ocho largos meses (11.04.2012) después en 'monogolpeo' con algo de más control, eligió la misma víctima Courtois, una diana contra la que afina el portugués. A agregar, dos palos más en la segunda parte, uno de libre directo de escuadrazo y otro una combinatoria de Benzema con Ozil, que se puso a barajar cartas al borde del área, dio más altura a su equipo y pasaportó a un Atlético muy menor. Porque por el vecino estuvo en ruina de principio a fin. No existió en ataque. Son ya 24 derbis perdiendo, 13 años esquilados sea cuales sus sensaciones previas. Debe tenerlo en su ADN, genética, el achicarse con el vecino. Esta vez sólo mostró coraje con destemplanzas y malos modos a destiempo. Hay que acudir al diván para explicar el raquitismo de su juego.
Fueron los prolegómenos de un derbi malo de solemnidad en la primera parte con mejora en la segunda cuando Özil, Cristiano Ronaldo y Benzema, que hilvanaron algunas jugadas de altura ante un grupo rojiblanco atenazados. El portugués sumaba tres choques sin marcar -desde la pasada temporada, jornada 21 a la 23º no le sucedía- pero apareció cuando más lo necesitaba él y su grupo. Ayer intento 9 disparos (4 a puerta), más que todo el equipo rival. "Cristiano ha vuelto a meter gol, la gente dice que no los mete, ha dado una asistencia y dos tiros al larguero. Ha estado como siempre", explicaba Karanka en otra 'cesión' a la prensa de Mourinho.
El caso es que no se deja de rumorear sobre el descontento de CR expresado en medios extranjeros por una supuesta falta de cariño. Ayer, cuando firmó su octavo gol contra el Atlético en cuatro partidos, se coreó su nombre, en un latigazo de libre directo explicado así por su víctima. "El balón bajó muy rápido y era imposible. No pude llegar. Cristiano lanzó muy bien y tiene mucha calidad", decía Courtois. Lleva 10 goles en más de 150 lanzamientos entre Liga y Champions, una estadística no muy eficaz. Su estrenó en este curso, muy lejos de la efectividad de la 2009-10 con 6 goles de 54 lanzamientos, o la 2010-2011 con cinco goles de 76 intentonas, si se suman todas las competiciones, no sólo Champions y Liga.
La segunda parte funcionó algo mejor el Madrid, pero no un moribundo Atlético al que lo que mejor le sucedía era caer por solo un gol. Cristiano Ronaldo, que recibió cinco faltas y fue uno de los que más intervino en su equipo, estuvo más efervescente aliado con Özil, a quien sirvió en bandeja el gol que cerraba el partido. No se cansó de sus esfuerzos con dos tiros al palo, uno poniendo a tiritar el larguero de Courtois y otro tras una jugada en la que Benzema lanzó en largo a Ozil, para que Cristiano, en carrera lanzada por la izquierda, la estrellase contra el palo derecho. Su imagen de dinamitero contrastó con la de Falcao, al que no le sirvieron una pelota en condiciones en el área en todo el partido. Apenas un intento que salvó Casillas y dos balas de fogueo desde fuera del área.
Una pancarta en el Fondo Sur captada por las cámaras al final del enésimo derbi perdido rojiblanco resumía: "Hoy, el increíble caso del hincha atlético que afirma haber visto a su equipo ganar el derbi".
Mourinho no es Gary Cooper. Si lo que quería era ver de verdad el veredicto del Bernabéu, es más democrático hacerlo con 80.000 personas y no con 5.000. La pose quedó, simplemente, ridícula. Había más luces de los flashes de fotógrafos que focos encendidos en un estadio vacío. 21:20 horas como anunció un día antes, saltó al césped el 'valiente', como si se creyese Gary Cooper en solo ante el peligro. La pose estudiada de enfant terrible, una gabardina larga, sin corbata, y con las manos a la altura de las caderas, parecía que desenfundaría contra las cámaras que lo rodeaban en un Bernabéu desangelado. Unos cuantos aplaudieron la opereta, otros corearon su nombre, muy pocos le silbaron, si acaso desde la zona rojiblanca, con el Frente ya ubicado. Después del partido, otra mofa a la prensa con la salida de Karanka.